jueves, 20 de septiembre de 2018

NECROTRÁILER

Por supuesto que el hecho en sí mismo parece hacer referencia a una tétrica historia de terror, o por lo menos a un suceso que eriza sin duda la piel. Un tráiler cargado de cadáveres que deambula de un lado a otro, que se mueve cada vez que el olor de cuerpos en descomposición alerta a los vecinos de su aberrante contenido. Una especie de panteón clandestino itinerante, mejor conocido como “el tráiler de la muerte.” La falta de espacio o de infraestructura en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF), provocó que autoridades rentaran un tráiler con sistema de refrigeración y lo llenaran con 157 cadáveres, mismos que han deambulado según investigaciones desde al año 2016 y que alberga los restos de aquéllos que son enviados a la llamada fosa común. Un suceso inusitado, aberrante, desquiciado, tan fuera de lugar que pareciera ser la trama de una historia de terror de Hollywood, pero que termina siendo una triste historia mexicana que se suma a las miles de calamitosas historias que nos asombran, nos llenan de vergüenza y que terminan definiendo el profesionalismo de nuestras instituciones y marcando el “mexicanismo” que a final de cuentas no terminará en nada más que la destitución de algún funcionario para que el vulgo se tranquilice y vuelva a la normalidad en un país en el al final del día no pasa nada. El necrotráiler desnuda varias realidades que ya son verdades de Perogrullo, pero que no podemos obviar por el solo hecho de que ya las conocemos: falta de infraestructura gubernamental para atender necesidades, como lo es el almacenamiento de cadáveres, mismos que deberían ser incinerados si se aceleraran las investigaciones para la resolución de causas de muertes o de identificación de cuerpos y entrega a familiares aplicando el sistema nacional de búsqueda de personas o la aplicación de la ley general en materia de desaparición forzada de personas. Si el proceso fuera más expedito, quizá no habría falta de espacio, pero la historia se repite en otras latitudes: hospitales sin medicamentos, policías sin armas, aulas escolares sin pintarrones o aire acondicionado… el mexicanismo en todo su esplendor. Y la reacción es la misma de siempre, pues el gobernador ha ordenado la construcción de una cámara refrigerada para el resguardo de cadáveres, es decir, ahogado el niño, a tapar el pozo; no obstante ¿qué pasaría si Aristóteles Sandoval no se hubiera visto humillado por el hecho de que el opulento Estado de Jalisco no tiene siquiera para construir un espacio para albergar cadáveres? El tráiler seguiría sin duda su ruta itinerante. La autoridad, como siempre, es reactiva, no preventiva. Otra realidad que asoma es la de las malas decisiones de las autoridades, pues no me parece que guardar cuerpos en un tráiler sea la mejor opción para sustituir la necesidad de espacio. Ante este caso, la respuesta fue igual de previsible que la orden de construcción de la cámara refrigerada: destitución del funcionario directamente responsable; quien acusa al secretario de gobierno del Estado de Jalisco de revanchismo político. Lo cierto es que revanchismo o no, circulaban por el Estado 157 cadáveres en una caja de tráiler. ¿ineficiencia?, ¿desinterés gubernamental?, ¿falta de control o de autoridad? Lo que resulta paradójico, es que un Estado que presume Inversión Extranjera Directa equivalente a los capitales captados por 15 estados juntos, siendo Israel y Alemania los países que más han invertido en Jalisco, no haya tenido recursos para ampliar el IJCF. En fin, se trata de una historia macabra, pero con sello de administración pública mexicana.