miércoles, 18 de octubre de 2017

NUEVA CONSTITUCIÓN

Es imposible negar la trascendencia del joven político nuevoleonés, Samuel García, quien se ha manifestado en múltiples ocasiones como un crítico del sistema político y de los políticos tradicionales, incluso, ha ido más allá, pues ha renunciado íntegramente a su sueldo como diputado para donarlo a programas municipales en Nuevo León. Desde luego que esas acciones, más su singular forma de criticar la política sui generis, le han dado un relieve que lo han vuelto un líder con cientos o miles de seguidores. No obstante, sus buenas acciones y sus iconoclastas comentarios no necesariamente lo vuelven un experto en todo lo que profiere, y es que circula un video en el que el joven diputado asegura que lo que este país necesita, sin duda alguna, es una nueva constitución. Es cierto, somos un país con índices deplorables en todos los sentidos: educativos, culturales, económicos, sociales, de seguridad, de transparencia, corrupción, etc. Nuestros padecimientos son inobjetables y ni el más optimista puede decir lo contrario, no obstante, el inquieto diputado comete una pifia al afirmar tan temeraria máxima, pues la historia de nuestro país nos ha dejado ver que la solución a los grandes males de nuestra patria jamás fueron las nuevas constituciones. Cada uno de los textos fueron sin duda decisivos en el rumbo de nuestra nación, la de 1824, habría de definir el camino del federalismo y la autonomía en los Estados de la federación, pero esa autonomía nunca se hizo válida y el poder, finalmente, se centralizó. El texto de 1857, sentó las bases del Estado Laico y el fin de la dictadura eclesiástica en nuestro México, más la instauración de un Estado liberal sin que hasta la fecha sea una realidad. Finalmente, el ordenamiento jurídico de 1917, que prometió justicia social y la reivindicación de derechos, y que, además, a la fecha, lleva más de 700 parches en intentos fallidos de perfeccionarla, no trajo la solución a nuestros males que nos aquejan desde tiempos decimonónicos. No es necesario ser un experto jurista para llegar a una sencilla, pero sugestiva conclusión: las nuevas constituciones, por si solas, no son garantía de éxito en su implementación. En lo personal, me atrevo a asegurar, con toda la ignorancia sobre el tema que me inunda, que el actual texto es acorde a las necesidades de nuestro país, es decir, su contenido es suficiente y adecuado, el problema, como todo, es en la implementación. Las leyes en nuestro país no se aplican, siempre se busca la evasión de las mismas, por una parte, por ciudadanos irresponsables y poco comprometidos que buscan violentar la misma por así convenir a sus intereses, y, por otra parte, por autoridades permisivas y corruptas que permiten la conculcación a cambio de un soborno o ganancia. El origen y causa de nuestros problemas no es nuestra carta magna, sino los ciudadanos que desde todos los ámbitos buscan eludir responsabilidades y obligaciones. Desde el trabajador que se niega a llegar puntual a su trabajo, el conductor que se pasa el semáforo en rojo, hasta los legisladores que violan los tiempos perentorios para aprobar iniciativas de ley, es decir, al violentar normas establecidas. Lo que necesitamos no es otra constitución más, en eso se equivoca el diputado García, lo que necesitamos es una autoridad que aplique la ley, que castigue a quien rompa el orden legal de manera ejemplar, y solo con esa actitud que va en aras de la implementación del Estado de Derecho, es como empezaremos a resolver nuestros males, esos que llevan flagelándonos por siglos y que equivocadamente hemos tratado de resolver.