jueves, 10 de agosto de 2017

DIME CON QUIÉN ANDAS…

¿Y qué se supone que debía hacer el presidente con la fotografía en que compartía un espacio con el cantante Julión Álvarez en sus redes sociales oficiales? ¿Dejarlas ahí y continuar como si nada? ¿Puede un político saber los negocios o manías de una persona determinada con quien desee tomarse una fotografía? Es cierto que el presidente Enrique Peña es muy cuestionable en cuanto a su desempeño en este sexenio, y es cierto que cometió un error al aventurarse a poner como ejemplo para la juventud, y en público, al cantante ahora señalado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos como cómplice de actividades delictivas, no obstante, lo que definitivamente no tiene razón de ser, es el linchamiento mediático, particularmente en redes sociales, del cual es objeto el presidente por su complicidad con el posible delincuente al traer a escena la frase de: “dime con quien andas y te diré quién eres”. De ninguna manera nuestro presidente es culpable ni mucho menos cómplice de hechos delictivos en contubernio con el cantante por el solo hecho de compartir una fotografía, de la misma manera, Andrés Manuel López Obrador no es culpable ni tampoco cómplice de José Luis Abarca, por tomarse algunas fotografías con él. Muchos asesinos, delincuentes, conculcadores de la ley realizan sus felonías con total discreción mientras aparentan llevar una vida normal, y en esa tesitura desarrollan relaciones sociales que implican a muchas personas, sin que ello signifique que esas personas sean cómplices de sus fechorías. Desde luego que hay casos bastante evidentes, en los cuales no se puede ocultar la suspicacia de personas que obtienen recursos de dudosa procedencia, pero ya es decisión de cada persona continuar una amistad o no. Lo que sin duda es realmente cuestionable, es la avalancha de diatribas proferidas por miles de mexicanos en contra del presidente por la fotografía con el cantante indiciado. Desde luego que el adecuado proceder de las autoridades era eliminar inmediatamente la fotografía, pues no hacerlo sería fomentar la apología a la delincuencia a reserva de la inocencia o culpabilidad del imputado. No hacerlo sería una ofensa a la institución presidencial. Por supuesto que el linchamiento en redes causa en el imaginario colectivo la idea de que el presidente mantiene relaciones con personas de dudosa procedencia, pero coincidencias hay muchas, tal cual le sucedió al ex presidente Calderón, al asistir a una fiesta en donde otro de los invitados era Sergio Villarreal, “El Grande”, lo cual fue sin duda una lamentable coincidencia que no puede ser contextualizada por muchos mexicanos que solo buscan el mínimo error en un político para espetarle complicidad haciendo uso de esa absurda frase de “dime con quién andas”. Las fotografías y sus protagonistas no causan efectos vinculantes sobre posibles malas prácticas, pues se trata de relaciones sociales y para el caso de políticos en muchas ocasiones de simple diplomacia, lo cual está muy alejado de la palabra “complicidad”. Como burla puede ser tolerado el linchamiento, pues todos tenemos derecho a equivocarnos, pero lo que sin duda preocupa es la seriedad con que muchos se están tomando este caso y que en realidad acusan seriamente al mandatario. Y es la actitud de esas personas la que resulta lamentable y hasta cierto punto deplorable, pues no podemos ser víctimas de la impulsividad y decretar un veredicto inmediato axiológico y hasta punitivo que solo refleja la falta de juicio y sentido común que nos debe caracterizar en momentos como este. Lo que debemos exigir, es castigo a los indiciados en caso de culpabilidad probada, y en caso de que así sea, remoción de funcionarios de la PGR, porque sería una nueva humillación que sean autoridades de otros países quienes vengan a señalar a nuestros culpables mientras nosotros no sabíamos nada al respecto. Así de sencillo.