San pedro de las colonias, el pueblo del cual soy originario, se ha caracterizado
siempre por ser una ciudad subdesarrollada, con autoridades mediocres, medios
de comunicación diletantes y una sociedad en estado de abulia que solo hace
honor a las frases de Adam Smith: “dejar hacer”, “dejar pasar”. Noticias
perniciosas son lo único que destaca a nivel nacional, y ahora, para rematar,
aparece una noticia descabellada y bastante terrorífica, pues en Coahuila, San
pedro de las Colinas resulta ser el Auschwitz de la segunda guerra mundial, al esparcirse
la noticia de los más de 4 mil 600 restos encontrados en la Laguna,
particularmente en el Ejido Patrocinio de dicho municipio. Resulta bastante
curioso que el banco genético solo tiene el registro de 1,824 desaparecidos,
por lo que ciertamente algo no cuadra, además de que este campo de exterminio
pone en tela de juicio la eficiencia de las autoridades de los tres niveles de
gobierno, pues para poder masacrar a ese número de personas, se necesita de un
buen tiempo para poder hacerlo, es decir, meses o quizá años de “interregno”,
en el cual atrocidades sucedían en ese lugar como si la palabra autoridad solo
fuera un ornamento encapsulado en el mismo concepto. Sigue, según lo que puede
observarse, un proceso perpetuo de identificación de víctimas y causas de
muerte, para finalizar muy probablemente con un grueso expediente que diga que
la mayoría de los restos no “tienen dueño”, además de que muy probablemente no
se castigará ni a los responsables directos, ni mucho menos a los indirectos,
es decir, las autoridades que en su momento no hicieron nada al respecto. Después,
sin duda, comenzarán las acusaciones políticas que como su nombre lo dice,
politizarán este símil de holocausto y poco a poco se irá borrando hasta
perderse y transformarse en relato tradicional del ejido Patrocinio. Al pueblo
de San Pedro poco le importa lo que sucedió en ese lugar, las autoridades dirán
que no les corresponden esos crímenes y los medios simplemente no fustigarán a
los gobiernos de ningún ámbito para exigir que alguien pague por esos hechos
ignominiosos.
Esta es otra más de las tragedias que azotan a nuestro país, y la verdad, a
pesar de los espectaculares que agradecen al presidente por la paz,
agradecimiento fuera de lugar y sin sentido, el camino hacia la luz aun no
puede siquiera vislumbrarse. Nos faltan muchos más años y miles de muertos para
que inicie un proceso de recuperación del tejido social y además que no queden
impunes los responsables de esta y muchas más hecatombes: Ayotzinapa, Ttatlaya,
San Fernando, etc. Las tragedias son las mismas, los culpables son fantasmas y
la sociedad es víctima de estos exterminios que solo denotan la existencia de
un Estado fallido y de ciudadanos pasivos que solo son testigos de felonías y
ven pasar las mismas como algo “sui generis” de la mera existencia de este
país. Triste nuestra realidad, aciago nuestro futuro, Patrocinio nos recuerda
que la hemorragia continua y que nuestra misión como sociedad democrática aún
esta en ciernes.