miércoles, 24 de febrero de 2016

TACAÑO EDUCATIVO

Es indudable que hay una relación directa y sumamente inextricable entre educación y economía, pues la segunda se detona en la medida en que se invierte en la primera, es decir, entre más recursos destine un gobierno a su sistema educativo, mayor crecimiento y desarrollo económico se puede esperar.
Por ello resulta sorprendente e injustificable, que según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), nuestro país resulte ser el más tacaño en cuanto a inversión en materia educativa con respecto a su Producto Interno Bruto (PIB), aproximadamente el 5.2%. Esto, reflejado en otros números, significa que nuestro gobierno invierte aproximadamente 2,600 dólares por estudiante de primaria, mientras que el promedio de los miembros de la OCDE es de 8,200. Para el caso de la educación media y superior, la inversión de México es de 9,500 dólares, mientras que los demás países desarrollados invierten aproximadamente 15,000.
Otro aspecto que destaca la organización es que del cien por ciento de inversión en educación, tan solo destinamos como país el 2.5% a construcción, renovación y mantenimiento de infraestructura educativa, mientras que más del 80% de la inversión se destina al pago de la nómina docente en todos los niveles educativos. En otros miembros de la OCDE, el gasto en nómina es del 40% mientras que el restante es directamente en inversión cualitativa y cuantitativa. Las razones del malgasto en educación en nuestro país tiene sus explicaciones sencillas: para empezar, mucha de la nómina se sigue desviando en personal fantasma o docentes aviadores que persisten a pesar de la reforma educativa, además de que es un lugar común saber que del cien por ciento de la inversión en infraestructura y mejora educativa, la mitad se pierde en corrupción y la otra mitad en programas y acciones inservibles, pues la misma SEP asigna recursos muchas veces a proyectos carentes de sentido solo con la finalidad de ejercer el presupuesto destinado para la educación.

Lejos de las implicaciones presupuestales, me parece que la pregunta obvia es saber por qué si la educación es la llave para el crecimiento y desarrollo, nuestro gobierno sigue sin invertir más y dicha inversión sea estratégica. La respuesta es simple: a nuestro gobierno sencillamente le conviene mantener la pobreza y la falta de educación en índices altos, pues una clase desprotegida, necesitada y carente de educación es vulnerable y susceptible de ser manejada por un gobierno que requiere siempre de ciudadanos dispuestos a intercambiar su voto por una despensa o beca inservible que solo resulte ser un paliativo coyuntural que no mejore en lo absoluto su calidad de vida. Entre menos formación de ciudadanos críticos y participativos producto de una educación de calidad, mayores probabilidades tiene de seguir subsistiendo una clase política acostumbrada a la corrupción y a vivir del erario, ello explica en mucho, la causa de no querer invertir en educación con controles precisos para evitar la corrupción. La educación es una inversión, y como tal, requiere recursos y voluntad política para que la misma detone el crecimiento y desarrollo económico que naciones como la nuestra reclaman desde tiempos decimonónicos.