martes, 20 de octubre de 2015

RACISMO POPULAR

La migración siempre ha sido un tema que genera controversias, también despierta nacionalismos fieros  y sentimientos de ostracismo. Sobre todo cuando está de por medio un proceso electoral que toma como arma de batalla política dicho tema, ya sea en beneficio o detrimento de los inmigrantes del país del cual se trate.
Tal es el caso de los Estados Unidos, en el cual, el precandidato republicano Donald Trump, ha iniciado una serie de discursos de precampaña lesivos hacia la comunidad hispana, al asignar motes peyorativos a los extranjeros de origen latino que residen en aquella nación. Sus arengas, lejos de restarle simpatías, le han ganado adeptos que lo ubican en el primer lugar de diversas encuestas tanto por encima de los mismos aspirantes de su partido, como de los mismos aspirantes demócratas.  
Según el Washington Post y la cadena ABC, Trump se consolida con el 33% del respaldo de los conservadores de su partido, mientras que Ben Carson, su rival más cercano, cuenta con el 20% y, en última instancia, se encuentra Jeb Bush, con un 8%. Además de las múltiples muestras de cariño y apoyo que Trump recibe en donde quiera que se presenta.
Ciertamente hay un sentimiento antihispano que está presente y de manera recalcitrante en la sociedad estadounidense, y que en cierto modo muchos latinos, particularmente mexicanos, se niegan a aceptar. Este sentimiento, puede ser explicado en un libro que ya tiene años y que fue escrito por el influyente politólogo estadounidense, Samuel P. Huntington, su libro: “El reto Hispano”, señala atinadamente que la amenaza más inmediata y más seria para la identidad tradicional norteamericana proviene de la inmensa y continua inmigración procedente de la América Latina, en especial de México, y de las tasas de fertilidad de esos inmigrantes, comparadas con las de los norteamericanos nativos, tanto blancos como negros. Además de afirmar que los hispanos erosionan las instituciones estadounidenses con su cultura muy alejada de la idiosincrasia anglo americana. Estos temas que algunos consideran racistas, llevan en cierto modo una verdad difícil de aceptar. Y es que toda sociedad tiene derecho a restringir la entrada de migrantes, a imponer sus condiciones a los mismos viajeros y a defender a capa y espada su cultura y estilo de vida que los definen como sociedad de lo que consideran amenazas extranjeras disfrazadas de migración. Desde luego que no defiendo la posición de Trump, sino que me parecen justificables los sentimientos antiinmigrantes de ciudadanos que se sienten identificados con el aspirante a la presidencia de los Estados Unidos.
Finalmente, y esto es una de las ironías del sistema electoral estadounidense, la elección no la gana necesariamente quien reciba más votación de los ciudadanos, sino quien obtenga más votos de los llamados colegios electorales. Por ello, aun si el republicano tuviera el respaldo de un gran número de votantes, los migrantes y nuestra propia economía (que se beneficia de las divisas que envían a nuestro país) pueden respirar tranquilamente, pues quienes deciden la elección son los colegios electorales y ahí, la democracia toma formas inesperadas.