En lo personal pienso que fue una excelente noticia, y aunque algunos me
tachen de antidemocrático, me mantengo firme en la idea de que una Democracia
no es mejor por la cantidad de partidos políticos que existan en determinado
país, por ello celebro que el Partido del Trabajo y el Partido Humanista hayan
perdido su registro en este proceso electoral que acaba de concluir y estén ya
en proceso de perder sus prerrogativas y privilegios con que han contado, al
menos en el caso del PT, desde los años noventa.
Su participación en cuanto a captación de sufragios fue verdaderamente
mediocre, pues solo alcanzaron una votación de un 2.99% y un 2.55%
respectivamente, y gracias a la nueva legislación en materia electoral, el
requerimiento para mantener el registro aumento de dos a tres por ciento de la
captación de la votación total emitida. Por lo que, inexorablemente, sus
dirigentes tendrán que pasar a “vivir en el error”, es decir, fuera del
presupuesto, en referencia a aquella famosa frase del Tlacuache Garizurieta.
Difiero enormemente de la percepción del consejero presidente del INE,
Lorenzo Córdova, quien afirma que el suceso es una “circunstancia triste”, pues
“el sistema de partidos hoy se verá mermado”.
Al respecto, mis cuestionamientos van dirigidos en varios sentidos, el
primero, es que para el caso del PT, este era una especie de franquicia que
solo beneficiaba algunos cuantos, además de que carecía de identidad y de una
ideología que lo ubicara en un determinado ismo, pues a lo largo de su
existencia abanderó causas de prácticamente todos los partidos políticos
mediante alianzas para evitar la pérdida del registro mediante aquella famosa
“cláusula de vida eterna” del entonces COFIPE. Es decir, si se mantuvo
existiendo, fue gracias a esa disposición legaloide hecha a modo para beneficio
otra vez de unos cuantos. Para el caso del Partido Humanista, ciertamente no se
le permitió mostrar su desempeño, pues apenas de reciente creación, fue
difuminado de la geografía política electoral de nuestro sistema político.
Quizá el tema cuestionable, es que tan mermado se podría ver nuestro
sistema de partidos, si para empezar, los partidos están ubicados en el sótano
de los sondeos ciudadanos sobre confianza institucional, es decir, son los
institutos con más desprestigio en nuestro país, además de la reciente
vapuleada que algunos candidatos ciudadanos le propinaron a este sistema en la
pasada elección, tal es el caso de “El Bronco” en Nuevo León. Por estos
motivos, me parece que el sistema ya de por si esta mermado y al contrario de
lo esgrimido por el consejero presidente del INE, pienso que la pérdida del
registro de estos dos especímenes de nuestra política, supone ser una bocanada
de aire fresco y necesario ante el hartazgo ciudadano frente al sistema de
partidos.
Por estas y muchas razones más, este réquiem por estos dos partidos resulta
ser alentador, benéfico y oxigenante. Noticias buenas, definitivamente, no
todos los días.