[…] “Queda prohibida toda
discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las
discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las
opiniones, las preferencias sexuales, el
estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga
por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”.
Desconozco que tan difícil resulte la interpretación de este que resulta ser el
artículo primero de nuestra CONSTITUCIÓN. Y es que las recientes declaraciones
del pastor Carlos Alberto Pacheco Coronado, líder de la organización religiosa
Cristo Vive, en las cuales literalmente
y de manera categórica arremete contra el matrimonio y las adopciones por
personas del mismo sexo al denominarlas: aberraciones y abominaciones, le ha
costado ya una multa de $36,247 pesos por sus comentarios hirientes,
peyorativos, fuera de lugar y sobre todo discriminatorios en contra de parejas
homosexuales.
Quizá no les queda claro que las leyes están confeccionadas no para
satisfacer criterios religiosos o moralistas, sino para garantizar la igualdad
de las personas estableciendo derechos y obligaciones. Y la idea de la no
discriminación debe ser una prioridad y su ubicación dentro del primer artículo
de nuestra constitución da fe absoluta de dicha importancia. Es claro que
algunas personas como el susodicho en cuestión carecen de elementos básicos que
deben privar en un ciudadano: tolerancia, pluralidad, respeto, igualdad y
equidad. Y es que la existencia de estas virtudes cívicas nos permite abonar a
la construcción de un Estado de Derecho y a la consolidación de la Democracia.
Es cierto que todos tenemos derecho a expresarnos, y ante todo defiendo el
derecho del religioso a expresar su punto de vista y su rechazo a las medidas
liberales y democráticas que se han aprobado en Coahuila y otros estados, pero
cuando ese derecho se utiliza para denigrar, herir o simplemente atentar contra
derechos de terceros se debe aplicar todo el peso de la ley. Y es que estos no
han sido los primeros actos ignominiosos del religioso, sino que ya con
antelación había entregado panfletos en donde aducía que la homosexualidad se
podía “curar”, aduciendo con ello que era una enfermedad y llamando tácitamente
enfermos a todos los homosexuales y lesbianas. Desde luego que este tipo de
actos resultan ser homofóbicos y conculcadores de las leyes constitucionales.
Equivocados están todos aquellos que acusan al gobierno de Coahuila de
censurar al pastor, pues sus comentarios tergiversaban completamente el sano
derecho a expresarse. Celebro efusivamente la decisión del gobierno coahuilense
de aplicar la sanción, pues se trata de defender la pluralidad que en sí misma
es la esencia de la Democracia. Y además, de defender categóricamente los
principios de nuestra carta magna que le dan vida a nuestra República que tanta
sangre ha costado edificar como para permitir que intolerantes intenten
derrumbarla y regresarnos a escenarios pasados que tanto daño le hicieron a
este país. La lucha ahora es contra la discriminación y todos debemos sumarnos.