jueves, 16 de enero de 2014

AUTORITARISMO

No se trata de ser detallistas, tampoco de buscar errores con la intención de hacer señalamientos tan sólo por el hecho de hacerlos, mucho menos se trata de revanchismos o exageraciones sin fundamento. Pero tampoco se trata de permanecer indiferentes ante acciones carentes de sentido o extravagantes que aunque no son ilegales, si reflejan y resultan ser un insulto a la ciudadanía en general.
El alcalde de Allende, Coahuila, el priísta Reynaldo Tapia, mejor conocido como “El Papis”, conocido en la región de los manantiales por su fijación por el color amarillo que se ha vuelto característico de sus negocios particulares, ha comenzado a pintar de dicho color las instituciones de Allende. Lo que parecía ser un hecho aislado al pintar el kiosco / Biblioteca pública de la plaza principal de amarillo, ha trascendido a la fachada de la presidencia municipal, generando con ello una serie de comentarios peyorativos y malestar ciudadano.  Entiendo que todos los gobernantes buscan dejar huella de su trabajo o gestión para la posteridad o darle un rumbo muy característico y único a la manera de hacer las cosas, pues ya lo decía Maquiavelo al afirmar que los príncipes (refiriéndose a los políticos) deben confeccionar obras magnánimas que los vuelvan inmortales para ser siempre recordados, no obstante, el estilo de desempeñarse en la administración pública dista mucho de fijaciones personales que puedan ser trasladadas a cuestiones meramente públicas. Lo que acciones como las realizadas por el Alcalde Reynaldo reflejan, son características de regímenes autoritarios en donde la voluntad personal y los caprichos de los gobernantes se imponen al interés público.  Y si la opinión de los habitantes sobre la decisión de trasladar sus traumas o fijaciones a las instituciones públicas le importan muy poco, tenemos sin duda un alcalde con tendencias autoritarias.
No es necesario traer ejemplos de otras latitudes sobre lo que es correcto políticamente hablando, pues basta tan solo con observar al gobierno federal que en sus informes y propaganda mediática ha optado por no usar ningún logo o imagen que caracterice  a dicho gobierno, optando por la simple leyenda de “Gobierno de la República”.  Situación que debe ser reconocida, pues los políticos al estar frente a un puesto que significa toma de decisiones, deben dejar de lado filias y fobias, es decir, soslayar tendencias partidistas y personales a la hora de tomar decisiones que se supone deben buscar el bien común. La fachada amarilla de la presidencia de Allende me recuerda el totalitarismo de Hitler y el fascismo de Mussolini cuando dichos gobernantes caracterizaron las instituciones de sus países con la esvástica y el fasces respectivamente.  

Si la idea del alcalde de Allende es impregnar su huella particular en su administración, me parece que está equivocando el rumbo, y sinceramente no quisiera imaginar lo que le espera a la ciudad el resto de los cuatro años en que sus decisiones determinaran el destino de dicha ciudad si las mismas van signada por fobias personales.