jueves, 8 de agosto de 2013

INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL

Hay dentro de los numerosos planes del llamado “Pacto por México”, una propuesta que se antoja interesante por el gran calado de su esencia. Se trata de la posibilidad de confeccionar un Instituto Nacional Electoral, que se encargue de organizar y ejecutar los procesos electorales en la entidades federativas, esto debido a que los institutos electorales en cada Estado han sido cuestionados (algunos de ellos) por la parcialidad de sus acciones al ser acusados de servir al gobierno estatal en turno, además de la ineficiencia que algunos han mostrado derivado del proceso electoral que aconteció el mes pasado.
La idea en esencia me parece correcta, no tanto así el método que se piensa usar, pues si bien es cierto que el fin justifica los medios, algunas veces el remedio es más pernicioso que la propia enfermedad. Y es que verdaderamente la idea de que cada Estado posea sus propias reglas en materia electoral resulta aberrante, pues nada más en lo que se refiere a la existencia de Partidos Políticos, además de los ocho con registro nacional, tenemos que tolerar la existencia de decenas y decenas de partidos morralla que se conforman al vapor y con tanta facilidad en cada entidad en perjuicio y detrimento directo al erario público, es decir, al bolsillo del ciudadano común. Además de que para nadie resulta sorprendente que cada instituto juega de manera subrepticia en comparsa con el gobierno estatal en turno a veces en claros y evidentes contubernios que degradan aún más a nuestra llamada clase política. Por eso siempre he pensado en que las elecciones  deben federalizarse, es decir, que sea el Instituto Federal Electoral (IFE) quien se encargue de dichos procesos en cada entidad. Ello nos daría mayor certeza en resultados, mayores reglas y candados para la existencia de Partidos y menos sometimiento institucional a los gobiernos en cada entidad.

De ahí que la idea es buena, no obstante, el método resulta ser poco atractivo, pues se piensa en conformar un Instituto Nacional Electoral, es decir, más burocracia todavía, pues si de organizar elecciones se trata, ya existe la estructura del IFE en cada entidad, cuestión de agregarle atribuciones y jurisdicción reformando el COFIPE para darle las herramientas al IFE para que pueda cumplir con la encomienda. Finalmente, no se trata de conculcar la autonomía de los Estados, sino de poner en orden un sistema electoral autónomo que no ha probado ser eficiente en su totalidad, y para muestra el fracaso cívico del IEPC en Coahuila y los señalamientos de parcialidad hacia su conejo general en el que por cierto se ha perpetuado el presidente de dicho consejo, cosa que difícilmente sucedería con el IFE al mando en cada entidad. De ahí que la propuesta es interesante, pero no por el lado de conformar otro Instituto que engrose el gasto público. Pues se trata de hacer más con menos, y si no, por lo menos hacer más  con lo que actualmente se tiene.