jueves, 22 de agosto de 2013

ARMISTICIO

En una nueva faceta del conflicto armado en Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el grupo guerrillero con mayor presencia, el más fuerte y el más peligroso de América Latina parece dar visos de una verdadera reconciliación con el Estado Colombiano. Y es que ciertamente no es la primera vez que el grupo guerrillero y el gobierno colombiano intentan entablar conversaciones para dirimir el conflicto que lleva más de cincuenta años activo, sin embargo, en lo personal me sorprendieron las declaraciones vertidas en la Habana, Cuba, en donde se realizan las conversaciones de paz, por uno de los máximos líderes de dicho movimiento armado: Pablo Catatumbo, al reconocer que son parte del conflicto y no una víctima del Estado colombiano como siempre lo habían afirmado, además de pedir una especie de perdón de manera tácita a la sociedad por el dolor que les pudieron haber causado. Y no es para menos, pues de cada 10 víctimas de la violencia de las FARC, ocho eran civiles ajenos a dicho conflicto.
Los datos del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) ofrecen testimonios escalofriantes: 5.7 millones de desplazados o desterrados de sus hogares por culpa de la guerra interna, 220.000 muertos, 25.000 desaparecidos y 30.000 secuestrados. De dicho informe se desprenden datos todavía más específicos: Víctimas de minas personales: 10.189, masacres: 1.982, civiles muertos en total: 177.307.
Datos verdaderamente denigrantes, ignominiosos, que difícilmente se borrarán del tejido social colombiano, y en ello recae en gran parte el destino verdadero de las FARC. Pues muchos colombianos no parecen estar contentos con un simple “borrón y cuenta nueva”, pues exigen castigo a los líderes que ciertamente defendían sus ideales, pero en dicha defensa causaron daños colaterales sumamente perniciosos. Sinceramente me parece que el destino de los líderes de las FRAC, en caso de un cese al fuego, será el mismo que el de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), pues sus líderes fueron finalmente extraditados a Estados Unidos, y lo mismo les espera a los líderes de las FARC, por lo que tarde o temprano las conversaciones empezarán a ralentizarse y consecuentemente a deteriorarse, pues insisto, tanto daño no puede solucionarse con un simple “perdón” y luego permitir que las FARC formen un Partido Político y compitan en las próximas elecciones presidenciales, tal cual sucedió con los separatistas Ejército Republicano Irlandés (IRA), en Irlanda del Norte.

Celebro el cambio de actitud de las FARC, pero me parece que lo que los líderes buscan es impunidad y concesiones a cambio de dejar las armas de tan inveterado conflicto, no obstante, sobre su intención pesa una enorme carga de dolor y frustración de las víctimas y los familiares de éstas que de ninguna manera se quedarán de brazos cruzados ante la posibilidad de un cómodo armisticio.