Siempre he pensado que los puestos o cargos públicos de primer nivel de
organismos autónomos deben ser renovados de manera parcial cada determinada
temporada, pues la permanencia de las mismas personas en direcciones o
presidencias genera vicios y lealtades ajenas al propósito neto de cada
institución, no obstante, a reserva de cada reglamento de cada institución con
estas características, si un cargo pudiera ser vitalicio, por lo menos debiera
estar sujeto a la aprobación y superación de exámenes de oposición y de
confianza que ofrecieran resultados meritorios como para permanecer en el
puesto por tiempo considerable.
Pues bien, la semana pasada fue aprobada la reelección del consejero presidente del Instituto
Electoral y de Participación Ciudadana de Coahuila (IEPC), Leopoldo Lara
Escalante, por un lapso más de siete años en dicho puesto. Lo interesante de
dicha reelección es que simplemente envió su solicitud al congreso de Coahuila
y en menos de 24 horas se aprobó su permanencia por ese periodo al frente del
organismo electoral, ojalá así de operativo y efectivo fuera siempre nuestro
congreso local.
Sinceramente si la reelección dependiera del desempeño profesional del
“Pollo” Escalante, simplemente su solicitud hubiera sido desechada sin
miramientos, pues la elección pasada fue un rotundo fracaso en donde el
abstencionismo se hizo presente como en cada elección desde que el IEPC
organiza elecciones como Instituto. No obstante, esa es una de las principales
falencias del organismo electoral local, su falta de profesionalismo, pues en
la caso del Instituto Federal Electoral, los consejeros y el presidente de
dicho consejo tienen un plazo perentorio que irremediablemente debe finalizar,
y para el caso de los vocales de las juntas locales y distritales, su
permanencia está supeditada a la aprobación de diversos exámenes que aseguren
la calidad y profesionalismo del sujeto que se encargará de dichas vocalías. Es
decir, la meritocracia debe ser una exigencia para ocupar cargos de tan
importante envergadura.
Lamentablemente, para formar parte del IEPC los requisitos son otros,
totalmente ajenos al desempeño profesional y a la experiencia académica que
deben privar entre los requerimientos para ocupar dichos puestos, pues no se
trata simplemente de la organización electoral, sino de la educación cívica, la
cual debe ser tarea diaria del instituto, y no trabajar exclusivamente cada vez
que haya que renovar puestos de elección popular. Aunque con la expedita
reelección de Leopoldo Escalante, a este rubro tan importante no le espera nada
diferente al clásico “mas de los mismo”, pues de la diletancia, definitivamente,
nada bueno se puede esperar.