El tema ha renacido nuevamente, independientemente de las causas
coyunturales que llevan a nuestra clase política a revivir temas polarizantes y
estrambóticos, la idea de poner en la mira la Reforma Política me parece sumamente
interesante, sobre todo dadas las condiciones óptimas del llamado “Pacto por
México”, que sin duda ha acelerado el proceso legislativo en México ante una
marcada abulia que llevaba ya varios años enquistada en nuestro país.
Reelección de alcaldes, reelección de diputados, disminución de integrantes
del congreso, Candidaturas Independientes, segunda vuelta electoral,
Iniciativas de la Suprema Corte de Justicia e Iniciativas Ciudadanas son temas
que no sólo resultan ser innovadores en un sistema político anacrónico y
desfasado como el nuestro, sino que de implementarse oxigenarían y llevarían a
la modernidad al Estado mexicano.
La idea de la reelección legislativa y de alcaldes obligaría a los
representantes políticos a profesionalizar su desempeño si es que aspiraran a
una reelección, es decir, esa medida sería el premio por parte de ciudadanos
hacia una buena gestión. En la actualidad, los políticos saben que los periodos
son finitos, por ello una vez que ganan el puesto de elección popular no se
preocupan más por hacer un buen papel, pues no hay premio inmediato por buena
administración. Por su parte, la idea de disminuir los escaños en el congreso
de la unión, al menos en lo que respecta a los diputados, es una exigencia social
de muchos años de antelación, pues con nostalgia se recuerdan aquellos tiempos
en que sólo se elegían 300 diputados, hasta que llego alguien con una idea
llamada “representación proporcional” y se incrementó el número a 500
legisladores, para mala fortuna del pueblo y el erario público.
Las candidaturas independientes permitirían que cualquier ciudadano pudiera
ser votado sin tener que recurrir a los desprestigiados, corruptos y diletantes
Partidos Políticos, pues en ocasiones resulta difícil escoger entre una sarta
de mediocres opciones y se opta por elegir la opción menos perniciosa, y en el
caso de las candidaturas ciudadanas, tendríamos la opción de escoger a
ciudadanos con méritos y con carreras apartidistas, pulcras y propositivas
alejadas de la amalgama peyorativa que suponen ser los Partidos actuales.
Iniciativas ciudadanas que permitieran que también ciudadanos que conocen
las necesidades de su localidad pudieran presentar iniciativas legales que se
sometieran a votación y coadyuvar con los congresos en la labor legislativa,
así como integrar a la Suprema Corte de Justicia en el concierto de las
iniciativas legales y darle su lugar como parte de la triada que supone el
poder en México.
En fin, una reforma que ya es necesaria, ojalá llegue y pronto, y que su
procedimiento hacia la madurez no se vea eclipsado por una fractura del “Pacto”
derivada de los procesos electorales que se aproximan en un par de meses. Algo
de sospechosísimo merodea.