Nadie nunca hablo de privatizar,
jamás se mencionó ni siquiera por asomo dicha posibilidad, no obstante cuando
se tocan intereses poderosos e inveterados la reacción es inventar la aparición
de demonios que buscan otras intenciones subrepticias. De esa manera Elba
Esther Gordillo, la perniciosa lideresa del poderoso Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación (SNTE) anuncia su postura antípoda a la urgente y
necesaria reforma educativa que presento Peña Nieto y que lleva una racha
perfecta de avance en el poder legislativo.
No, de ninguna manera el gobierno
federal debe ceder frente a un Sindicato acostumbrado a ganar siempre, culpable
de la mediocridad del sistema educativo de este país y acostumbrado también a
una serie de privilegios, emolumentos, prebendas y canonjías que al parecer les
resultan poca cosa. Y para ello los datos son alarmantes y lamentables, pues el
gobernador de Guerrero rompió el silencio y espetó que son doce mil maestros
“comisionados” que cobran sin trabajar en esa entidad. Y sin mencionar el
desempeño profesional de cada uno de ellos. Y esto sólo por mencionar el Estado
de Guerrero.
Evaluación docente obligatoria y la
permanencia en el servicio supeditada a dicha evaluación, autonomía al
Instituto Nacional de Evaluación para la Educación, y la confección de un
servicio profesional docente. Estas reformas en su momento aprobadas y aplicadas
traerán como resultado un mejor sistema educativo y por consiguiente mejor
desarrollo social en nuestro país, pues el sector educativo es la base de todo
sistema político, económico y social.
Las plazas magisteriales no son
hereditarias, son cargos públicos que deben estar supeditados al desempeño
profesional, y si los maestros reprueban las evaluaciones sencillamente no
están aptos para el cargo y deben ser irremediablemente removidos. No se trata
de una fábrica en que se producen en serie insumos o materias primas, se trata
de preparar a las nuevas generaciones, por ello sólo los mejores deben estar
frente a las aulas.
La reforma no tiene dedicatoria, me parece que la misma
es ya urgente e inaplazable, por ello el gobierno no debe ceder ni un ápice en su intento por
rescatar el sistema educativo que esta cautivo en manos de un sindicato que
también está ya desfasado. Si los maestros están realmente comprometidos, se
sumarán sin duda a la reforma. Los buenos tiempos en materia educativa para
ésta país y quizá la salida del sótano del subdesarrollo se definirán,
inexorablemente, en los próximos días.