viernes, 6 de mayo de 2011

REFORMA POLÍTICA

Fue aprobada en lo general por los senadores, es decir, apenas inicia su larga marcha hacia la plenitud y no esta exenta de peligros a lo largo de su travesía; me refiero a la llamada Reforma Política.
Esta reforma contempla tres figuras o mecanismos de participación ciudadana que ciertamente no son ajenas, al menos en la teoría y en lo que se refiere a iniciativas cívicas, dentro de nuestro sistema político, particularmente en las entidades federativas. Sin embargo, a nivel federal, no tenemos ni la menor idea de cual sería su funcionamiento, si es que llegaran a funcionar.
La consulta popular, la reelección de legisladores y las candidaturas independientes son la médula de esta reforma política; pero desmenucemos un poco: La consulta popular o también llamada iniciativa ciudadana plantea la posibilidad de someter asuntos de delicada importancia a la votación del pueblo, o también que el pueblo se organice y lleve iniciativas de leyes al congreso para su votación. Sin embargo, la consulta popular no es un mecanismo que debe tomarse simplemente a la ligera, supongamos que al gobierno le urgiera someter a votación popular la iniciativa sobre la pena de muerte para los secuestradores y extorsionadores, para como están las cosas, la mayoría de los votos dirían “sí”. No obstante, sin modificar  nuestro deplorable sistema de justicia se estaría sentenciando a muerte a miles de inocentes. De igual manera, si la iniciativa ciudadana llevara el mismo objetivo, ¿cómo decirles que no a una multitud harta de la violencia y que esta cierta de que su iniciativa prosperará puesto que será mandato constitucional? La consulta, pues, no es tan sencilla, quizá la confeccionen tal cual está hecha en Coahuila, en donde los requisitos son tan difíciles de sortear que sólo una vez se ha tratado de utilizar la iniciativa ciudadana, y fue con motivos puramente electorales, aquella vez que Raúl Sifuentes intentó infructuosamente alcanzar la gubernatura de Coahuila.
Por otro lado, la reelección de diputados es una reforma que por si sola superaría la última reforma electoral de 2007. Es decir, la reelección supone la profesionalización del servicio público legislativo, de esa manera, si el diputado o senador aspira a seguir en su cargo, tiene que acudir a su distrito a solicitar nuevamente el apoyo, pero llevando las suficientes pruebas que amparen su derecho a un segundo o tercer periodo. Regularmente ocurre que jamás regresan a rendir cuentas más que en sus informes cuando se avecina un nuevo proceso en el cual les interesa participar. Esto realmente sería innovador.
Las candidaturas independientes también plantean un serio problema y en lo personal me parece que no pasará esta iniciativa y si lo hace llevará una serie de trabas realmente complicadas, ya que su sola aprobación resulta contraproducente al actual sistema de partidos plagado de intereses y corruptelas de primer nivel y hasta supondría un revés constitucional ya que nuestra carta magna habla sobre la preservación del sistema de partidos. No digo que sea mala idea, al contrario, me parece estupenda, pero como dice la frase: “perro no como perro”, de igual manera, legisladores no atentarían contra sus propios partidos o agencias de colocación.
Definitivamente, este tema merece un análisis más riguroso, aunque de prosperar en el Senado, faltaría la Cámara de Diputados y las legislaturas estatales, estamos hablando quizá de años para su posible aprobación, lapso durante el cual, muchas otras cosas podrían acontecer que desfiguraran en cierto modo y alcance tan ambiciosa reforma.