En un foro taller efectuado en la Universidad Autónoma de Coahuila (UA de C) en las instalaciones de coordinación Monclova el pasado 26 de Noviembre; se presentó un grupo proveniente de los Centros de Integración Juvenil (CIJ) para disertar sobre el tema de las adicciones a un grupo de maestros con el objetivo de generar conciencia en los alumnos a través de los profesores sobre la prevención e identificación de las diversas adicciones más perniciosas que existen; entre ellas: alcoholismo, tabaquismo y drogadicción.
En dicha tesitura, se toco, inevitablemente, el tema referente a la legalización de las drogas y su efecto en la sociedad; los expositores, sin embargo, se opusieron rotundamente a dicha iniciativa, en sintonía con quien los subsidia, alegando tácitamente lo que hasta la fecha el gobierno federal esgrime como argumento en contra de tan interesante propuesta: la legalización traerá como resultado una espiral de consumo que rebasará con creces los actuales niveles y traerá como resultado el incremento exponencial de adictos.
La idea de la legalización de las drogas no es nada nuevo en nuestro país; sin embargo, es un tema tabú para el actual gobierno conservador que despacha en los pinos, y es también anatema cualquier posible debate con respecto al mismo. No obstante, la prohibición del consumo legal de drogas como la mariguana lo único que ha logrado es una espiral de violencia nunca antes vista que se ha cobrado más de 22.000 muertos y de los cuales la mayoría eran consumidores, pero no adictos; y, contrario a lo que persigue la prohibición, un aumento alarmante en el consumo por parte de los jóvenes mexicanos.
La prohibición de la legalización impide una política integral de salud sobre las drogas porque niega la realidad. Es imposible pensar un mundo sin drogas. Podemos pensar, en cambio, un mundo capaz de controlar razonablemente el uso de estas sustancias.
La prohibición impide también una política eficiente de seguridad pública. Da rentas demasiado altas al crimen (más de 300.000 millones de dólares anuales a nivel mundial). El problema se dispara, pues, por las rentas que los narcotraficantes obtienen en el mercado ilegal, son estas ganancias las que permiten al crimen organizado corromper, reclutar y armarse con un poder de fuego que supera a los cuerpos de seguridad pública. Por ello la legalización es una opción que, me parece, debe ser analizada con más cuidado.
Las ventajas de la legalización son varias: El Estado recibiría los recursos provenientes del consumo y con ello hasta cerraría la brecha que supone el déficit fiscal que año con año nos afecta y que provocó el aumento del IVA en un 1%. Con esos recursos, también podría invertirse en obras que generen empleo, pues la falta de éste genera un mar de consumidores de drogas y futuros adictos; el crimen organizado simplemente desaparecería, pues su capacidad de destrucción y terror está ligada a su poder económico y este se vería sumamente afectado por competencia en cada farmacia de nuestro país; la tranquilidad volvería gradualmente a las calles, pues derivado del narcoterror, han aparecido nuevos males que nos han llevado a la denominación de Estado Fallido.
Sin embargo, el trasfondo real es que sucede que el narcotráfico en nuestro país genera ganancias no sólo para los mafiosos, sino también para el gobierno, pues cada puchador o vendedor de droga recibe un estipendio que va y gasta en el centro comercial que más le plazca, generando liquidez y dinamismo en nuestra maltrecha economía, aunado a esto, el crimen da empleo a un buen número de mexicanos que de otra manera estarían desempleados y que se dedicarían a delinquir o a tratar de emigrar a los Estados Unidos. Por ello el gobierno es el principal interesado en que todo siga igual, por ello nos han inundado con información falsa e inoculado con argumentos falaces en contra de la legalización.
En dicha tesitura, se toco, inevitablemente, el tema referente a la legalización de las drogas y su efecto en la sociedad; los expositores, sin embargo, se opusieron rotundamente a dicha iniciativa, en sintonía con quien los subsidia, alegando tácitamente lo que hasta la fecha el gobierno federal esgrime como argumento en contra de tan interesante propuesta: la legalización traerá como resultado una espiral de consumo que rebasará con creces los actuales niveles y traerá como resultado el incremento exponencial de adictos.
La idea de la legalización de las drogas no es nada nuevo en nuestro país; sin embargo, es un tema tabú para el actual gobierno conservador que despacha en los pinos, y es también anatema cualquier posible debate con respecto al mismo. No obstante, la prohibición del consumo legal de drogas como la mariguana lo único que ha logrado es una espiral de violencia nunca antes vista que se ha cobrado más de 22.000 muertos y de los cuales la mayoría eran consumidores, pero no adictos; y, contrario a lo que persigue la prohibición, un aumento alarmante en el consumo por parte de los jóvenes mexicanos.
La prohibición de la legalización impide una política integral de salud sobre las drogas porque niega la realidad. Es imposible pensar un mundo sin drogas. Podemos pensar, en cambio, un mundo capaz de controlar razonablemente el uso de estas sustancias.
La prohibición impide también una política eficiente de seguridad pública. Da rentas demasiado altas al crimen (más de 300.000 millones de dólares anuales a nivel mundial). El problema se dispara, pues, por las rentas que los narcotraficantes obtienen en el mercado ilegal, son estas ganancias las que permiten al crimen organizado corromper, reclutar y armarse con un poder de fuego que supera a los cuerpos de seguridad pública. Por ello la legalización es una opción que, me parece, debe ser analizada con más cuidado.
Las ventajas de la legalización son varias: El Estado recibiría los recursos provenientes del consumo y con ello hasta cerraría la brecha que supone el déficit fiscal que año con año nos afecta y que provocó el aumento del IVA en un 1%. Con esos recursos, también podría invertirse en obras que generen empleo, pues la falta de éste genera un mar de consumidores de drogas y futuros adictos; el crimen organizado simplemente desaparecería, pues su capacidad de destrucción y terror está ligada a su poder económico y este se vería sumamente afectado por competencia en cada farmacia de nuestro país; la tranquilidad volvería gradualmente a las calles, pues derivado del narcoterror, han aparecido nuevos males que nos han llevado a la denominación de Estado Fallido.
Sin embargo, el trasfondo real es que sucede que el narcotráfico en nuestro país genera ganancias no sólo para los mafiosos, sino también para el gobierno, pues cada puchador o vendedor de droga recibe un estipendio que va y gasta en el centro comercial que más le plazca, generando liquidez y dinamismo en nuestra maltrecha economía, aunado a esto, el crimen da empleo a un buen número de mexicanos que de otra manera estarían desempleados y que se dedicarían a delinquir o a tratar de emigrar a los Estados Unidos. Por ello el gobierno es el principal interesado en que todo siga igual, por ello nos han inundado con información falsa e inoculado con argumentos falaces en contra de la legalización.