¿Se puede juzgar a una persona por sus acciones? ¿Hasta qué punto una persona abraza sus convicciones y hasta qué punto estas se vuelven utopías irracionales? Sigo pensando que la petición y estrategia del alcalde de Allende, Antero Alvarado Saldívar, de incluir a Allende en la zona fronteriza establecida por el gobierno federal para que goce de los estímulos fiscales de los que actualmente disfrutan algunos municipios fronterizos (la disminución del IVA y del ISR), no son las más apropiadas. Sigo pensando que es una lucha contra el hecho de que el sol salga todos los días. Se trata de una legislación de aduanas que precisa los kilómetros en que esta línea de estímulos beneficia a algunos y a otros no, además, se trata de una ley de ingresos ya aprobada que supone disminución de recursos para la federación en caso de que se lograra la tan anhelada inclusión. No obstante, la lucha de Antero no es superflua ni mucho menos una nimiedad, ciertamente se trata de un deseo de todos los que vivimos en estos municipios, es cierto que también afecta a comerciantes que generan empleo, por ejemplo, del ramo de los servicios de combustible. Es cierto que una disminución del IVA beneficiaría el poder adquisitivo de todos los que vivimos en estos lares de los manantiales excluidos de los estímulos federales. Y si a esto le sumamos, una disminución del ISR, hablamos entonces de una mejora indiscutible en la calidad de vida de los habitantes de esta región. Quizá no hemos terminado de ubicar en su justa medida la exigencia de Antero, y en lugar de eso, comienzan las burlas y los comentarios peyorativos sobre sus acciones. En lo personal no puedo juzgarlo por lo que se dice de él como persona, pero sí puedo juzgarlo como funcionario público. Seguro estoy que Antero podrá ser cuestionable en muchos sentidos, pero posee una convicción sobre su lucha que debe ser reconocida, independientemente de si estamos o no de acuerdo con él. Finalmente, ¿qué son los hombres sin convicciones? La respuesta es absolutamente NADA. Las convicciones dan sentido a la vida, dan propósito, dan esperanza, aunque no siempre sean las correctas. Insisto, considero que la estrategia no es la apropiada, pero respeto esa determinación en hacer lo que sea necesario para aportar beneficios al pueblo que representa. Antero, va luchando solo en esta batalla, no lo secundan los alcaldes de Morelos y Villa Unión, pues no los veo en la misma situación de huelga de hambre que él; desde luego en un acto de solidaridad bajo la misma exigencia. Tal vez sea resignación, tal vez sea sentido de supervivencia biológica o política, el hecho, es que esta batalla personal contra el leviatán regulatorio del gobierno federal en materia fiscal suena absurda, pero no lo puede ser para un hombre convencido de su lucha, de las posibilidades que trae la pelea hasta el último hálito. Cuando veo una foto del alcalde sentado en esa mesa afuera de la presidencia municipal sin ingerir alimentos; veo un hombre lleno de convicciones, malas o buenas, no lo sabemos, pero nos gusta mucho juzgar. Como politólogo juzgo la estrategia, no es la correcta, pero como ciudadano y ser humano, veo un hombre decidido a hacer lo que sea por obtener beneficios para quienes representa, veo un ser humano convencido de que, a pesar de tener todas las condiciones en contra, no recula y sigue luchando, es, en esencia, un ejemplo de no abandonar la lucha. Los canales legales se han agotado, la presión de los legisladores ha terminado en nada, pero la lucha sigue, y solo el tiempo le dará a Antero la respuesta a sus temerarias, atrevidas e iconoclastas convicciones.